y mi herida irremediable, rebelde a la medicina? ¡ Ay! ¿serás tu para mí como un espejismo, aguas no verdaderas? (15:17s. BJ) Y luego: Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. (20:7) Jeremías no tiene problema en admitir que su ministerio era a veces desagradable. Se sentía atrapado. No podía huir del llamado de Dios y la palabra ardía en su interior. Sin embargo, cuando predicaba, Dios lo ridiculizaba
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